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Dame una mirada, dame un rostro, que haga de la simplicidad una gracia. Vestidos sueltos, cabello libre. Tal dulce negligencia me atrae más que todos los adulterios del arte: Golpean mis ojos, pero no mi corazón.
Dame una mirada, dame un rostro, que haga de la simplicidad una gracia. Vestidos sueltos, cabello libre. Tal dulce negligencia me atrae más que todos los adulterios del arte: Golpean mis ojos, pero no mi corazón.