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El agua es también uno de los cuatro elementos, la más bella de las creaciones de Dios. Es a la vez húmeda y fría, pesada y con tendencia a descender, y fluye con gran prontitud. Es esto lo que la Sagrada Escritura tiene en vista cuando dice: "Y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo. Y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas". El agua, pues, es el elemento más bello y rico en utilidad, y purifica de toda inmundicia, y no sólo de la inmundicia del cuerpo, sino también de la del alma, si ésta ha recibido la gracia del Espíritu.