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  • Parece que Nuestro Señor encuentra nuestros deseos no demasiado fuertes, sino demasiado débiles. Somos criaturas poco entusiastas, que tonteamos con la bebida y el sexo y la ambición cuando se nos ofrece una alegría infinita, como un niño ignorante que quiere seguir haciendo empanadas de barro en un tugurio porque no puede imaginar lo que significa la oferta de unas vacaciones en el mar. Nos complacemos con demasiada facilidad.

    C. S. Lewis (2009). “Weight of Glory”, p.26, Harper Collins