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Como la inmensa mayoría de los estadounidenses, me he opuesto al matrimonio entre personas del mismo sexo, pero también me he opuesto a la discriminación injusta contra cualquiera, por motivos raciales o religiosos, o por preferencias sexuales. Los estadounidenses son un pueblo tolerante, generoso y amable. Todos nos oponemos al fanatismo y al menosprecio. Pero el debate sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo no es un debate sobre la tolerancia. Es un debate sobre el propósito de la institución del matrimonio y es un debate sobre jueces activistas que inventan la ley en lugar de interpretarla.