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Si comprendiéramos el poder de nuestros pensamientos, los vigilaríamos más de cerca. Si comprendiéramos el impresionante poder de nuestras palabras, preferiríamos el silencio a casi cualquier cosa negativa. En nuestros pensamientos y palabras creamos nuestras propias debilidades y nuestras propias fortalezas. Nuestras limitaciones y alegrías empiezan en nuestro corazón. Siempre podemos sustituir lo negativo por lo positivo.