Tanto la abundancia como la carencia existen simultáneamente en nuestras vidas, como realidades paralelas. Cuando elegimos no centrarnos en lo que falta en nuestras vidas, sino agradecer la abundancia presente -amor, salud, familia, amigos, trabajo, las alegrías de la naturaleza y las actividades personales que nos proporcionan placer-, el páramo de la ilusión desaparece y experimentamos el Cielo en la Tierra.