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  • Al igual que una madre protegería con su vida a su propio hijo, su único hijo, uno debe cultivar una mente sin límites hacia todos los seres, y la bondad amorosa hacia todo el mundo. Uno debe cultivar una mente sin límites, por encima y por debajo y a través, sin obstrucción, sin enemistad, sin rivalidad. De pie, de camino, sentado o tumbado, siempre que uno esté libre de somnolencia, debe practicar esta atención plena. Este, dicen, es el estado sagrado aquí.