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Cuando un hombre venera a aquellos dignos de veneración, ya sean Budas o sus discípulos, que han trascendido todos los obstáculos y han pasado más allá de la pena y las lágrimas - venerando a tales, cuyas pasiones están extinguidas y para quienes ya no hay fuente de temor, nadie puede calcular cuán grande es su mérito.