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Más de 1.000 millones de personas no tienen acceso a agua potable limpia, y más de 2.900 millones no tienen acceso a servicios de saneamiento. La realidad es que cada ocho segundos muere un niño por beber agua contaminada, y la tendencia del saneamiento está empeorando bruscamente, sobre todo por el éxodo mundial del campesinado rural a los barrios marginales urbanos.