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Para cada uno de nosotros, por tanto, el reto y la oportunidad consisten en apreciar toda la vida como el don que es, concebirla en su totalidad, tratar de conocerla verdaderamente y comprometernos -con nuestras mentes, corazones y manos- a restaurar su abundancia. Se dice que donde hay vida hay esperanza, por lo que ningún lugar puede inspirarnos más esperanza que ese gran mar creador de vida, ese océano singular y maravilloso que cubre el planeta azul.