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Jesús perdió toda su gloria para que nosotros pudiéramos revestirnos de ella. Él fue excluido para que nosotros pudiéramos tener acceso. Fue atado, clavado, para que pudiéramos ser libres. Fue expulsado para que pudiéramos acercarnos. Y Jesús se llevó el único tipo de sufrimiento que realmente puede destruirte: el ser expulsado de Dios. Se lo llevó para que ahora todo sufrimiento que llegue a tu vida sólo te engrandezca. Un trozo de carbón bajo presión se convierte en un diamante. Y el sufrimiento de una persona en Cristo sólo te convierte en alguien magnífico.