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No se daba el caso de que una cosa se transformara en otra, de niño en mujer. Seguías siendo la persona que eras antes de que te ocurrieran cosas. La persona que eras cuando pensabas que un pequeño hilo cortado podía determinar el curso de un año. También te convertiste en la persona a la que le ocurrieron ciertas cosas. Que pasó al reino en el que ya no cuestionabas la noción de estar atrapado en una forma. Adoptaste esa forma, esa identidad, esperaste su reconocimiento por parte de los demás, esperaste que alguien la amara y te amara a ti.