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Cuando uno es exigente, la gente queda impresionada, pero no siempre le cae bien. No todo el mundo estará de tu lado en tu lucha por hacer lo que es correcto y ético. De hecho, a veces ni siquiera tú estarás de tu lado. Lucharás con conflictos internos, dividido entre lo que debes hacer y lo que quieres hacer. También enfadarás a los demás. Parece que cuando caminas por el buen camino siempre pisas a alguien. No cuentes con la ética de la excelencia para hacerte popular.