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La práctica de la bondad es la forma cotidiana, amistosa y hogareña del amor. Es a la vez humilde -un escolar que lleva a su profesor un ramo de dientes de león- y exaltada -un bombero que da su vida para salvar la de otra persona-. La bondad es amor con las manos, el corazón y la mente. Es a la vez caprichosa (nos hace sonreír) y profundamente conmovedora (nos hace llorar). Y su naturaleza milagrosa es tal que cuantos más actos de bondad ofrezcamos, más tendremos para dar, porque los actos de bondad siempre se extraen del pozo inagotable del amor.