-
Tenía tantas ganas de escapar. Pero, por supuesto, sabía que no podía rendirme y dejar la escuela. Sólo cuando oí la voz de mi madre salí de mi escondite.
Tenía tantas ganas de escapar. Pero, por supuesto, sabía que no podía rendirme y dejar la escuela. Sólo cuando oí la voz de mi madre salí de mi escondite.