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Ninguna otra obra ha sido culpada con más frecuencia de crímenes más atroces por sus autores. La Biblia ha sido citada como factor instigador o justificador de muchos crímenes individuales y masivos, desde las guerras religiosas, las inquisiciones, las quemas de brujas y los pogromos de épocas anteriores hasta el abuso sistemático de menores y los asesinatos rituales de hoy en día.