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Has introducido un tema en el que nuestras naturalezas están en desacuerdo, un tema del que nunca deberíamos hablar: el propio nombre de amor es una manzana de la discordia entre nosotros. Si la realidad fuera necesaria, ¿qué deberíamos hacer? ¿Qué sentiríamos? Mi querido primo, abandona tu plan de matrimonio, olvídalo.