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Cuando la doctrina de la lealtad al partido puede acabar por completo con la constitución moral de un hombre y, además, convertirlo temporalmente en un tonto, ¿qué excusa vas a ofrecer para predicarla, enseñarla, extenderla y perpetuarla? ¿Diréis que el bien del país exige lealtad al partido? ¿Dirá también que exige que un hombre eche su verdad y su conciencia por la borda y se convierta en un lunático bocazas?