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Dado el pecado de impiedad por el que [los romanos] pecaron contra la naturaleza divina [por idolatría], siguió el castigo que los llevó a pecar contra su propia naturaleza.... Digo, pues, que puesto que cambiaron en mentira [por la idolatría] la verdad acerca de Dios, Él los llevó a pasiones ignominiosas, es decir, a pecados contra la naturaleza; no que Dios los condujera al mal, sino sólo que los abandonó al mal.