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Se sugiere que, al menos en la violencia doméstica, la presencia o ausencia de un arma de fuego, o de cualquier otro tipo de arma, tiene mucha menos importancia para el resultado que la pasión generada en el agresor. El hombre que ha perdido el control causará lesiones graves en muchos casos, con independencia del arma que utilice y de la certeza de las detecciones y el castigo.