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La armonía llega gradualmente a un piloto y su avión. El ala no quiere tanto volar en línea recta como tirar de las manos que la guían; el barco prefiere cazar el viento que asomar la nariz al horizonte. Tiene una cualidad abandonada en su carácter; juega con la libertad e insinúa la liberación, pero cede suavemente a sus propios deseos.