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Cuando, como hoy, existe un mercado de órganos humanos, cuando se producen fetos para disponer de órganos de repuesto o para avanzar en la investigación y la medicina preventiva, muchos consideran implícito el contenido humano de estas prácticas. Pero el desprecio por el hombre que subyace, cuando se usa y se abusa del hombre, conduce --se quiera o no-- a un descenso a los infiernos.