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Existen algunas consideraciones de sentido común aplicables a todos estos intentos de planificación mundial. Pueden exponerse brevemente: 1. Hablar de planos para el futuro o de construir un orden mundial es, si se entiende bien, sugerente, pero también peligroso. Las sociedades crecen mucho más realmente de lo que se construyen. Una constitución para un nuevo orden mundial nunca es como el plano de un rascacielos.