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La fe, para ser fe, debe centrarse en algo que no se conoce. La fe, para ser fe, debe ir más allá de aquello de lo que existen pruebas confirmatorias. La fe, para ser fe, debe adentrarse en lo desconocido. La fe, para ser fe, debe caminar hasta el borde de la luz, y luego unos pasos hacia la oscuridad. Si todo tiene que ser conocido, si todo tiene que ser explicado, si todo tiene que ser certificado, entonces no hay necesidad de fe. De hecho, no hay lugar para ella.