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Cree en los milagros. He visto tantos que se han producido cuando todo parecía indicar que se había perdido la esperanza. La esperanza nunca se pierde. Si esos milagros no llegan pronto, o no llegan del todo, recuerda el ejemplo angustiado del propio Salvador: si el cáliz amargo no pasa, bébelo y sé fuerte, confiando en que vendrán días más felices.