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Hay que liberar el espíritu de ataduras tan fuertes y de sentimientos que nunca descansan, para que el empuje de la vida dé aliento al alma. En muchas familias hay sentimientos heridos y reticencia a perdonar. No importa de qué se trate. No se puede ni se debe dejar que hiera. La culpa mantiene abiertas las heridas. Sólo el perdón cura. George Herbert, un poeta de principios del siglo XVII, escribió estas líneas: El que no puede perdonar a los demás rompe el puente por el que él mismo debe pasar si quiere llegar al cielo, porque todo el mundo necesita el perdón".