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Todo hombre que ama de verdad a una mujer, y toda mujer que ama de verdad a un hombre, espera y sueña con que su compañía dure para siempre. Pero el matrimonio es un pacto sellado por la autoridad. Si esa autoridad es sólo del Estado, durará sólo mientras el Estado tenga jurisdicción, y esa jurisdicción termina con la muerte. Pero si a la autoridad del Estado se añade el poder de la dote otorgada por Aquel que venció a la muerte, esa compañía perdurará más allá de la vida si las partes del matrimonio viven dignamente de la promesa.