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  • Las oraciones diarias, sencillas, sinceras y poderosas elevan nuestras vidas a una altitud espiritual superior. En nuestras oraciones alabamos a Dios, le damos gracias, confesamos debilidades, pedimos necesidades y expresamos profunda devoción a nuestro Padre Celestial. Al hacer este esfuerzo espiritual en el nombre de Jesucristo, el Redentor, somos dotados de mayor inspiración, revelación y rectitud, que traen el resplandor del cielo a nuestras vidas.