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Lo Bello está en todas partes; quizá más en la disposición de sus cacerolas en las paredes blancas de su cocina que en su salón dieciochesco o en los museos oficiales.
Lo Bello está en todas partes; quizá más en la disposición de sus cacerolas en las paredes blancas de su cocina que en su salón dieciochesco o en los museos oficiales.