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Una persona no... permanece inmóvil y clara ante nuestros ojos con sus méritos, sus defectos, sus planes, sus intenciones con respecto a nosotros expuestos en su superficie... sino que es una sombra que nunca logramos penetrar... una sombra detrás de la cual podemos imaginar alternativamente, con igual justificación, que arde la llama del odio y del amor.