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  • Donde no hay libre albedrío, no puede haber moralidad. Donde no hay tentación, no puede haber virtud. Donde la rutina está rigurosamente proscrita por la ley, la ley, y no el hombre, debe tener el crédito de la conducta.

    William H. Prescott (2005). “The Conquests of Mexico And Peru”, p.819, Cosimo, Inc.