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Hay que cuestionar una cultura cinematográfica que predica la expresión artística y, sin embargo, apoya una decisión que es claramente producto de una sociedad dominada por el patriarcado, que intenta controlar cómo se representa a las mujeres en la pantalla. A la MPAA le parece bien apoyar escenas que muestran a mujeres en escenarios de tortura y violencia sexual con fines de entretenimiento, pero intenta obligarnos a apartar la vista de una escena que muestra a una mujer en un escenario sexual, lo cual es a la vez cómplice y complejo. Es de naturaleza misógina intentar controlar la presentación sexual de una mujer.