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Todavía tenía la ambición, formada en Sligo en mi adolescencia, de vivir imitando a Thoreau en Innisfree, una pequeña isla en Lough Gill, y cuando caminaba por Fleet Street muy nostálgico oí un pequeño tintineo de agua y vi una fuente en un escaparate que balanceaba una bolita sobre su chorro, y empecé a recordar el agua del lago. De ese repentino recuerdo surgió mi poema Innisfree.