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  • La devoción {al maestro espiritual} se convierte en la forma más pura, rápida y sencilla de comprender la naturaleza de nuestra mente y de todas las cosas. A medida que progresamos en ella, el proceso se revela como maravillosamente interdependiente: Nosotros, por nuestra parte, tratamos continuamente de generar devoción; la propia devoción que despertamos genera vislumbres de la naturaleza de la mente, y estos vislumbres no hacen sino realzar y profundizar nuestra devoción al maestro que nos inspira. Así que, al final, la devoción surge de la sabiduría: la devoción y la experiencia viva de la naturaleza de la mente se vuelven inseparables y se inspiran mutuamente.