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  • Mi queridísimo Albert se sentó en un escabel a mi lado y su excesivo amor y afecto me produjeron sentimientos de amor celestial y felicidad que nunca antes hubiera esperado sentir. Me estrechó entre sus brazos y nos besamos una y otra vez. Su belleza... su dulzura y gentileza - ¡realmente cómo puedo estar lo suficientemente agradecida de tener un marido así! que me llamara con nombres de ternura, que nunca antes había oído usar conmigo - ¡fue una dicha inimaginable! Fue el día más feliz de mi vida. Que Dios me ayude a cumplir con mi deber y a ser digna de tales bendiciones.

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