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Me dirijo a aquellos de entre ustedes que han conservado algún retazo soberano de su alma, sin vender y sin sellar: "- a la orden de los demás". Si, en el caos de los motivos que le han hecho escuchar la radio esta noche, había un deseo honesto y racional de saber qué le pasa al mundo, es a usted a quien quería dirigirme. Según las reglas y los términos de mi código, uno debe una declaración racional a aquellos a quienes concierne y que están haciendo un esfuerzo por saber. Los que se esfuerzan por no entenderme no son de mi incumbencia.