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Incluso en la era del SIDA, el sexo no plantea cuestiones morales únicas. Las decisiones sobre el sexo pueden implicar consideraciones sobre la honestidad, la preocupación por los demás, la prudencia, etc., pero el sexo no tiene nada de especial en este sentido, pues lo mismo podría decirse de las decisiones sobre la conducción de un automóvil. (De hecho, las cuestiones morales que plantea la conducción de un automóvil, tanto desde el punto de vista medioambiental como de la seguridad, son mucho más graves que las que plantea el sexo).