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Los grandes sueños son arriesgados. La psique puede ser diabólica, pícara, exaltada, imperiosa, tierna, sardónica, fiel, pestilente... lo que sea que centre nuestra atención en la tarea del crecimiento psíquico. No es tan difícil encontrar al menos un poco de simpatía por el teólogo Martin Luther, que rogaba a Dios que no le enviara ningún sueño, temeroso de no poder distinguir entre los de origen divino y los enviados por el Diablo.