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La democracia no se basa en la confianza, sino en la desconfianza. Se trata de rendición de cuentas, exposición, debate abierto, cuestionamiento crítico y aportación popular y retroalimentación de la ciudadanía. Se trata de un gobierno responsable. Tenemos que conseguir que nuestros conciudadanos americanos confíen menos en sus líderes y más en sí mismos, que confíen en sus propias preguntas y sospechas, y en su propio deseo de saber lo que está pasando.