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  • El maltrato siempre está mal. Algunos intentan excusarlo. La mayoría de los agresores tienen un sentido del derecho y creen que sus acciones están justificadas. Irónicamente, sus víctimas también pueden creer que merecen ser maltratadas. Algunas incluso defienden a su agresor, citando sus sinceras disculpas posteriores. Pero el maltrato, en cualquiera de sus formas y por cualquier motivo, hiere a ambos cónyuges. Siempre es pecaminoso, y pocas cosas destruyen tan rápidamente la confianza en un matrimonio. Independientemente del dolor de la infancia o del conflicto matrimonial, los cónyuges maduros aprenden a poner límites para que la ira no se convierta en abuso por su frecuencia, grado o duración.