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Las oraciones están diseñadas para elevar la conciencia de Dios cinco veces al día, a lo largo de toda la vida. Las oraciones también proporcionan un ejercicio regular -como el yoga, el Tai Chi o el Qigong- y sirven como un retiro calmante de las exigencias diarias de la vida. Los musulmanes aprenden así a equilibrar deeni wa dunyavi (lo espiritual y lo mundano). No pueden abandonar lo uno por lo otro; ésa es la esencia de su fe.