Autores:
  • Aferramos nuestros sentimientos al momento en que nos hirieron, dotándolo de inmortalidad. Y dejamos que nos asalte cada vez que nos viene a la mente. Viaja con nosotros, duerme con nosotros, se cierne sobre nosotros mientras hacemos el amor y nos acecha mientras morimos. Nuestro odio ni siquiera tiene la decencia de morir cuando mueren aquellos a quienes odiamos, pues es un parásito que chupa NUESTRA sangre, no la suya. Sólo hay un remedio para ello. [perdón]