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... en efecto, ¿qué razón no puede ir a la escuela de la sabiduría de las abejas, las hormigas y las arañas? ¿Qué mano sabia les enseña a hacer lo que la razón no puede enseñarnos? Las cabezas más rudas se asombran ante esas prodigiosas piezas de la naturaleza que son las ballenas, los elefantes, los dromedarios y los camellos; éstos, lo confieso, son los colosos y las piezas majestuosas de su mano; pero en estos estrechos motores hay matemáticas más curiosas; y la urbanidad de estos pequeños Ciudadanos expone con más pulcritud la sabiduría de su Hacedor.