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Simplemente no te das cuenta del momento de tu propia metamorfosis. Hasta que lo haces. De vez en cuando el tiempo se disuelve y recuerdas lo que te gustaba de niño. Saltas sobre la cama del hotel, pides el postre antes, decides ponerte todas las joyas que tienes y sales de casa. ¿Por qué? Porque puedes. Porque eres la jefa. Porque... Ooooh. Brillante.