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Porque así como los ancianos o los débiles de vista, cuando se les pone delante un libro, por hermoso que sea, aunque perciben que hay algo escrito, apenas pueden distinguir dos palabras seguidas, pero, cuando se ayudan con anteojos, comienzan a leer con claridad, así la Escritura, reuniendo las impresiones de la Deidad, que hasta entonces yacían confusas en nuestra mente, disipa las tinieblas y nos muestra claramente al verdadero Dios.