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Pero ahora las gigantescas cabezas de Plato y Socrates, cada una con una expresión de penetrante sabiduría tallada en sus blancas facciones, observaban el río y los melonares más allá.
Pero ahora las gigantescas cabezas de Plato y Socrates, cada una con una expresión de penetrante sabiduría tallada en sus blancas facciones, observaban el río y los melonares más allá.