-
Nuestro pensamiento no debe ser una mera respuesta a lo que otro acaba de decir. O a lo que otro podría haber dicho. Nuestro mundo interior debe ser algo más que un eco de las palabras de otro. No tiene sentido ser una luna para el sol de otro, y menos aún se justifica que seamos lunas los unos de los otros y, por tanto, oscuridad los unos para los otros, sin que ninguno de nosotros sea un verdadero sol.