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Los estadounidenses y otros occidentales que quieren que sus familias disfruten de las bendiciones de la vida en una sociedad libre deben comprender que la vida que llevamos desde 1945 en el mundo occidental es muy poco frecuente en la historia de la humanidad. Es poco probable que nuestros hijos disfruten de algo tan plácido, y es muy posible que pasen su edad adulta en un mundo feo y salvaje, a menos que decidamos que merece la pena defender quiénes y qué somos.