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Si pasas tiempo con gente loca y peligrosa, recuerda: sus personalidades son enfermedades de transmisión social; como el agua que se vierte en un recipiente, la mayoría de nosotros acabamos convirtiéndonos -o seguimos siendo- en quienquiera que nos rodeemos. Podemos elegir nuestra tribu, pero no podemos cambiar que nuestra tribu sea nuestro destino.