La santidad es la suma de un millón de pequeñas cosas: evitar pequeños males y pequeñas debilidades, dejar a un lado pequeñas porciones de mundanalidad y pequeños actos de compromiso, dar muerte a pequeñas inconsistencias y pequeñas indiscreciones, prestar atención a pequeños deberes y pequeños tratos, esforzarse en pequeñas abnegaciones y pequeños autocontención, cultivar pequeñas benevolencias y pequeñas indulgencias.